ENCUENTROUSKCR: El sketch es una foto al revés

Sketchwalk Barrio Luján, 24 de marzo 2019


Cuando tenemos una cámara en las manos el objetivo dispara y captura en una película de luz la escena que está frente a nuestros ojos. Siempre me gustó ese verbo: dispara. La fotografía es una especie de cacería de la realidad.

El cuaderno de bocetos, si lo vemos geométricamente, no apunta hacia la escena que capturará, nos apunta a nosotros. El lienzo en blanco dirige su disparo a lo que tiene en frente, que generalmente es un ser humano, tapándose del sol, haciéndose preguntas y escogiendo qué de lo que ve merece un trazo. Con la ambiciosa determinación de quien ve las cosas por vez primera, la de los arqueólogos frente a los fósiles.

Así caminamos por Barrio Luján en una profusa tarde de domingo, de esas de febrero que parecen diseñadas para la contemplación.

A la vista de lo vecinos del barrio, éramos claramente turistas, visiblemente gregarios y sospechosamente curiosos. Nos movíamos en grupos como organismos voraces, ávidos de escenas. Y ahí es donde el sketch hace su magia, cuando la escena se sienta junto a nosotros a conversar.

El cuaderno de bocetos es accesible. Por eso no es raro que se acerque el borrachillo local a observar y comentarlo sobre nuestro hombro, o el guarda a contarnos que siempre quiso dibujar o, tal y cómo nos pasó en Barrio Luján, que un grupo de chiquillos vecinos entren a la casa a sacar su cuadernito y se nos unan.


La foto capta con gran precisión los detalles de luz, de sombra e inmortaliza un instante en una pantalla. La pericia de la fotografía está en que esa inmortalización contenga significado y sentido.

La pericia del sketch fluye en el sentido inverso, provoca primero, el acto nos reúne por su naturaleza cercana. Por un rato también somos escena. La foto se encarga de la permanencia del entorno, el sketch se encarga de la permanencia de nosotros mismos.


Por un rato no importa nada más. No hay prisa, todo es contemplación. Es un estado de meditación contagioso, que los actores entienden. También los vecinos lo entienden, entienden por qué bajamos y subimos una misma cuesta buscando el lugar adecuado. Entiende por qué nos alejamos del cuaderno para ver un poco mejor el panorama. Me gusta pensar que de ese lenguaje es que se fabrica la convivencia, que a todos nos unen la sorpresa, el cómo irá a quedar y nos olvidamos de los errores pasados, de la técnica y de la oferta y la demanda.

Si vemos con cuidado, al fondo del sketch estamos mirándonos con el ceño fruncido, concentrados. El pincel es la escobita con la que los sketchers, esta raza extraña de arqueólogos, desenpolvan el futuro.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares